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domingo, 25 de septiembre de 2016

TALLER DE LABURANTES ….




En el “taller” de Casa de la Cultura, se viene llevando a cabo una interesante por lo creativa y fresca, muestra de tres laburantes de arte como lo son Angel Juárez, Aldo Difilippo y Quique Rey, tres tipos de alto valor artístico, aunque ellos se autodenominen laburantes. Todo es directo, auténtico, se muestran tal cual, con sus cavilaciones profundas, y sus obras llenas de reflexión y filosofía. No, no es una muestra más, no es un taller mas, es entrar al mundo de estos creadores, un mundo lleno de preguntas, pocas respuestas y mucho pero mucho trabajo. Cada obra es un compendio que te invita a reflexionar, más allá de los estilos plásticos, más allá de posturas académicas, ellos plantean su verdad. El ingreso a la muestra no puede ser mejor, obras en disposiciones aleatorias, aunque por orden de autor, las de Juárez a la derecha del “taller” son obras de alto contenido filosófico muchas de ellas, sus personajes facetados y monocromáticos nos invitan a pensar sobre la existencia, el ser, la nada, las vicisitudes de lo humano, nos recuerda a Ortega y Gasset con su profundidad del “yo soy yo y mis circunstancias”, en su paleta baja, delicadamente plana nos
plantea las dudas de la existencia. También tiene lugar para la ironía y la falsedad, las posturas artificiales del existir con esa obra de gran formato de máscaras que van adquiriendo tridimensionalidad, quizás una de las únicas obras que se desprende del plano y se desborda en objetos. Su mayor apuesta es haber roto la copia de la balsa de la medusa de Gericault, una obra en su personal estilo, con buen entonación de sepias y tierras, con la
misma carga emocional y trágica, pero también nos dice que sólo Gericault , pinta a Gericault, una especie de homenaje trunco, a doscientos años de su realización, una manera también de acercarse al maestro con respeto, devoción, humildad. Difilippo muestra otras cuestiones también reflexivas, humanas, y a la vez nos plantea como las cosas deshumanizan. La ciudad, las multitudes, los espacios.
Aquellos perfiles urbanos, filosos, aquellas sus moles macizas
 en contraposición a la fragilidad de la existencia, la inmutabilidad de sus relojes. El paso inexorable del tiempo. Una obra muy personal, pero a la vez muy cercana al espectador. Su paleta es variada cromáticamente, sus búsquedas han hallado en colores yuxtapuestos y pinceladas rápidas su ámbito expresivo. Forma y función que coexisten para comunicarnos su arte. Este laburante, también calma sus horas con poesía y prosa, profundas e
inquietantes, del existir como “sombra devorado por lo efímero, una nada creyéndome inmortal apenas un soplo un chispazo, jugando a ser eterno” en estos breves versos conjuga magistralmente, toda la angustia Sartriana del existir. La propuesta de Rey, resulta evocativa y apasionada con esos murales casi afiches callejeros, casi efímeros en soporte de papel de diario, desperdigados por el piso, el mensaje
no puede ser mejor. Va elaborando pensamientos e imagen, una línea robusta y poderosa, evidenciando la pasión y entrega a la mujer amada. Sobre las paredes, un claro homenaje a Duchamps, eficazmente irónico si cabe el término, resulta de sus tapas pintadas al óleo con imágenes decimonónicas.
Renglón aparte para sus esculturas que también evocan el todo y la nada, de lo complementario, de los espacios necesarios, ese pequeño ensamble de cuero y maderas enlazados, resume poéticamente sus ideas e inquietudes. Estimados amigos, voy arribando al final de algo que da para hablar mucho, pero no se trata de hablar, se trata de observar y sentir, la excusa está dada por los tres laburantes que nos han invitado a “su taller” personal, nos han mostrado sus procesos y búsquedas, nos han lanzado sus preguntas existenciales, y la verdad mas allá de lo personal, me significó una muestra interpelante, desafiante y por supuesto
muy disfrutable. Será entonces, hasta donde el arte nos encuentre.





Artículo publicado en Semanario “Entrega 2000” 9/9/2016


lunes, 21 de marzo de 2016