TALLER DE LABURANTES ….
En el “taller” de Casa de la Cultura, se viene
llevando a cabo una interesante por lo creativa y fresca, muestra de tres
laburantes de arte como lo son Angel Juárez, Aldo Difilippo y Quique Rey, tres
tipos de alto valor artístico, aunque ellos se autodenominen laburantes. Todo
es directo, auténtico, se muestran tal cual, con sus cavilaciones profundas, y
sus obras llenas de reflexión y filosofía. No, no es una muestra más, no es un
taller mas, es entrar al mundo de estos creadores, un mundo lleno de preguntas,
pocas respuestas y mucho pero mucho trabajo. Cada obra es un compendio que te
invita a reflexionar, más allá de los estilos plásticos, más allá de posturas
académicas, ellos plantean su verdad. El ingreso a la muestra no puede ser
mejor, obras en disposiciones aleatorias, aunque por orden de autor, las de
Juárez a la derecha del “taller” son obras de alto contenido filosófico muchas
de ellas, sus personajes facetados y monocromáticos nos invitan a pensar sobre
la existencia, el ser, la nada, las vicisitudes de lo humano, nos recuerda a
Ortega y Gasset con su profundidad del “yo soy yo y mis circunstancias”, en su
paleta baja, delicadamente plana nos
plantea las dudas de la existencia.
También tiene lugar para la ironía y la falsedad, las posturas artificiales del
existir con esa obra de gran formato de máscaras que van adquiriendo
tridimensionalidad, quizás una de las únicas obras que se desprende del plano y
se desborda en objetos. Su mayor apuesta es haber roto la copia de la balsa de
la medusa de Gericault, una obra en su personal estilo, con buen entonación de
sepias y tierras, con la
misma carga emocional y trágica, pero también nos dice
que sólo Gericault , pinta a Gericault, una especie de homenaje trunco, a
doscientos años de su realización, una manera también de acercarse al maestro
con respeto, devoción, humildad. Difilippo muestra otras cuestiones también
reflexivas, humanas, y a la vez nos plantea como las cosas deshumanizan. La
ciudad, las multitudes, los espacios.
Aquellos perfiles urbanos, filosos,
aquellas sus moles macizas en contraposición a la fragilidad de la existencia,
la inmutabilidad de sus relojes. El paso inexorable del tiempo. Una obra muy
personal, pero a la vez muy cercana al espectador. Su paleta es variada
cromáticamente, sus búsquedas han hallado en colores yuxtapuestos y pinceladas
rápidas su ámbito expresivo. Forma y función que coexisten para comunicarnos su
arte. Este laburante, también calma sus horas con poesía y prosa, profundas e
inquietantes, del existir como “sombra devorado por lo efímero, una nada
creyéndome inmortal apenas un soplo un chispazo, jugando a ser eterno” en estos
breves versos conjuga magistralmente, toda la angustia Sartriana del existir.
La propuesta de Rey, resulta evocativa y apasionada con esos murales casi
afiches callejeros, casi efímeros en soporte de papel de diario, desperdigados
por el piso, el mensaje
no puede ser mejor. Va elaborando pensamientos e
imagen, una línea robusta y poderosa, evidenciando la pasión y entrega a la
mujer amada. Sobre las paredes, un claro homenaje a Duchamps, eficazmente
irónico si cabe el término, resulta de sus tapas pintadas al óleo con imágenes
decimonónicas.
Renglón aparte para sus esculturas que también evocan el todo y
la nada, de lo complementario, de los espacios necesarios, ese pequeño ensamble
de cuero y maderas enlazados, resume poéticamente sus ideas e inquietudes.
Estimados amigos, voy arribando al final de algo que da para hablar mucho, pero
no se trata de hablar, se trata de observar y sentir, la excusa está dada por
los tres laburantes que nos han invitado a “su taller” personal, nos han
mostrado sus procesos y búsquedas, nos han lanzado sus preguntas existenciales,
y la verdad mas allá de lo personal, me significó una muestra interpelante,
desafiante y por supuesto
muy disfrutable. Será entonces, hasta donde el arte
nos encuentre.
Artículo publicado en Semanario “Entrega 2000” 9/9/2016